El Castillo de Windsor se convirtió en la nueva residencia oficial de su majestad, la reina Isabel, luego de que anunciara que no retomaría a Buckingham sin embargo, la seguridad en esta residencia deja mucho qué desear.
Antes de que la monarca regresara a Windsor tras pasar los días de Semana Santa en Sandringham, la seguridad de la residencia se vio forzada y la policía local tuvo que intervenir y sacar a un intruso que había usado un disfraz para pasar una noche con los guardias reales de Su Majestad.
El sujeto estaba vestido como sacerdote y llegó al cuartel de los soldados de la División de la Casa de la Reina y afirmó ser amigo del capellán militar de la Guardia de Coldstream.
El intruso logró llegar a solo 250 metros del apartamento de la reina en el Castillo de Windsor. Luego pasó la noche comiendo y bebiendo con oficiales superiores, e incluso le ofrecieron una cama para pasar la noche.
Fue durante unas de las historias del hombre que los presentes comenzaron a dudar su la identidad y, aunque había sospechas de que no era un sacerdote de buena fe, no se llevaron a cabo controles de seguridad adicionales ni se alertó a las autoridades hasta la mañana siguiente, solo tres horas antes de que la reina regresara al Castillo de Windsor después de pasar su 96 cumpleaños en la finca de Sandringham.
La policial local recibió el informe del intruso, acudieron al castillo y lograron sacarlo. Ahora comenzó una investigación para determinar cuál era el verdadero interés del sujeto para ingresar al Palacio
Esta no es la primera vez que se viola la seguridad de la reina. El año pasado, un hombre fue detenido en los terrenos del Castillo de Windsor con una ballesta. Mientras que en 1982, Michael Fagan irrumpió en el Palacio de Buckingham dos veces, obtuvo acceso a la habitación de la reina Isabel en su segundo intento y tuvo una conversación de 10 minutos con la reina.
