Este martes 29 de marzo de 2022 se llevó a cabo el servicio funerario en honor a Felipe, duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II. En una ceremonia que agrupó por primera vez después de la pandemia, a más de 1800 invitados y representantes de todas las casas reales.
A la cita, la reina asistió caminando con un bastón y apoyada del brazo de su hijo el príncipe Andrés, una imagen reveladora considerando la polémica en la que se vio envuelto y que terminó por provocar su renuncia a su trabajo en la monarquía.

La reina Isabel, quien estuvo casada con el duque de Edimburgo 73 años, llegó a la Abadía de Westminster para el servicio de acción de gracias en honor a su marido. Su entrada estuvo plagada de misterio, aunque se mantuvo el protocolo e ingresó de última, lo hizo a través de una puerta lateral, sin cámaras y lejos de la vista del público. Allí fue recibida por el Deán de Westminster, el reverendísimo David Hoyle y el resto del clero.

La reina Isabel en la misa en honor a Felipe
Durante la ceremonia, la monarca con el reinado más largo de la historia, siguió atenta todo lo que pasaba a su alrededor y en más de una ocasión no logró ocultar su emoción y soltó alguna lágrima, una estampa que contrarresta a cómo se le vio hace casi un año cuando, con el feretro de su marido al frente, mostró un aplomo y seguridad mientras se sentaba sola, sin ninguno de sus familiares debido a las restricciones sanitarias y en un momento donde no se le vio llorar.

Esta vez, sentada al lado del príncipe Carlos, dejó mostrar su vulnerabilidad al recordar al hombre con el que pasó la mayor parte de su vida y un pilar fundamental en su reinado.
Como gesto cariñoso la reina vistió de verde, el color representativo del duque, además llevaba el broche de oro amarillo, rubíes y diamantes que Felipe le regaló en 1966.
La monarca también estuvo al tanto de la selección de las flores. Se usaron en tonos blanco, azul y rojo, que simbolizan la carrera en la marina del duque y otras flores que se usaron para el día de su boda.
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